Las 5 Heridas de la infancia | Qué son y sus tipos

chico sanando las heridas de la infancia
dolor al sanar las heridas de la infancia
Las heridas que se forman en la infancia son demasiado comunes. Todas las personas en mayor o menor medida sienten ese dolor. Pero esto no quiere decir que se deba tomar como algo natural. No lo es. Entender qué son y cómo se originan puede darnos mayor información y orientarnos hacia la sanación.

Quédate a comprenderlo en profundidad. No te entretengo más. Empezamos. 

¿Qué son las heridas de la infancia?

Las heridas de la infancia son de carácter emocional. Se trata de unas heridas que no son compatibles con un bienestar pleno.

Causan un profundo dolor y dificultan la manera en la que nos relacionamos con nosotros mismos, las demás personas y también con aquello que nos sucede.
Las heridas de la infancia como surgen

Los primeros años de la infancia son determinantes en la formación de las heridas

Empezamos a empaparnos de la información que vemos, la procesamos y le damos una explicación propia, en base a nuestra percepción y con los pocos recursos de gestión con los que contamos. 

Todo lo que nos ocurre se queda guardado en nuestra memoria, seamos más o menos conscientes de ello. Aquello que en su día nos marcó y no sanamos nos repercute a día de hoy. 
Estas heridas aparecen de maneras muy diferentes en cada persona, lo más común es que se den: trastornos de la personalidad: antisocial, narcisista, histriónico…, depresiones, ansiedad crónica, pensamientos recurrentes obsesivos, actitudes agresivas, miedo, desconfianza, inseguridad, sentimientos constantes de inferioridad…y un largo etcétera. 

Tenemos nuestra manera personal de interpretar lo que ocurre a nuestro alrededor, donde influye mucho la familia, cómo son nuestras relaciones, el contexto socioeconómico y cultural, las experiencias y vivencias que vamos teniendo…

Dependiendo de cómo sean esas circunstancias tendremos unas heridas emocionales u otras que condicionarán a nuestro yo del futuro.

¿Cómo se generan las heridas emocionales de la infancia?

Las heridas emocionales de la infancia se generan de maneras diferentes. Lo más común es que sea a causa de vivencias o experiencias traumáticas, de carácter puntual o que se hayan repetido a lo largo del tiempo.

Por ejemplo, niños que han vivido en su infancia una enfermedad larga de un progenitor, su muerte, una crianza inestable, malos tratos, abusos sexuales, padres que abusan de sustancias, celos que se hayan originado por el nacimiento de un nuevo miembro familiar…
Ejemplos heridas de la infancia

Más ejemplos

En otras ocasiones se debe a la interpretación que haga el pequeño de aquello que ha sufrido o ha sentido. Puede incluso que se trate de una simple sensación percibida que en un momento de hipersensibilidad se ha malinterpretado.

Esto ha dado lugar a su propia realidad, la cual estaba distorsionada, pero le ha dejado una huella emocional imborrable.

Lo que está claro es que convivir con una o varias heridas emocionales afectan al normal crecimiento y desarrollo de una persona y esto se acaba reflejando en su personalidad.
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Causas de las heridas de la infancia

Cuando somos pequeños captamos muy bien las impresiones y las sensaciones de aquello que nos ocurre a nosotros mismos o a nuestro alrededor, pero no sabemos interpretarlo de manera adecuada. Somos seres que todavía no hemos tenido nuestro proceso de madurez.

Es por ello que las causas pueden ser muy diversas. Por ejemplo: puede que un niño experimente la herida del abandono porque a pesar de que sus padres están con él, lo desatienden, tienen una actitud fría y distante y no cumplen con las necesidades afectivas que requiere el pequeño.

Otras veces, esa herida viene a causa de querer proteger a ese niño. Por lo que se tiende a ocultar información, se tienen secretos, se hablan con susurros y éste pasa más tiempo en casa de otros familiares o amigos que con sus padres. 

Esto suele darse cuando ha ocurrido algo grave dentro del núcleo familiar y no se quiere hacer participe al hijo para ahorrarle un malestar mayor a su corta edad. Aun siendo circunstancias diferentes, el dolor se queda guardado y se siente de la misma manera. 
Mujer sensible y llorando las heridas de la infancia

Las 5 heridas de la infancia

Miedo al abandono
Al experimentar soledad en la infancia, es muy normal que en la edad adulta se tienda a vivir con una especie de temor a revivirlo de nuevo. 

Siendo muy común que una persona que lo haya experimentado sienta ansiedad a que su pareja le abandone, que tenga pensamientos obsesivos en torno a ella y conductas disparatadas por el horror real de enfrentarse de nuevo a ello.

Incluso se llega a tolerar lo intolerable, donde a pesar de las claras evidencias de que no le quiere, lo prefiere a estar sola. Hay una dependencia extrema que siempre suele acabar en ruptura.

Miedo al rechazo
Es una de las heridas más profundas e implica rechazarse por completo. Todo lo que está en ellos, vivencias, pensamientos y sentimientos. Creen que no son merecedores ni de afecto ni de comprensión. 

El origen suele encontrarse en experiencias donde siendo pequeños sentían que no eran aceptados por sus padres, familiares más cercanos e incluso amistades. 

Esta información que crece en el interior va formando el autodesprecio. Por lo que al vivir en esa perspectiva, cuando recibe una crítica, aunque sea mínima, su angustia y sufrimiento es desproporcionado. Siempre va a buscar en los demás la aprobación y el reconocimiento que no se dan a sí mismos. 
Humillación
Esta herida aparece cuando el niño cree o siente que sus padres lo desaprueban y lo critican e incluso en algún momento se ha sentido ridiculizado. Es devastador porque socava completamente la autoestima. Considerándose menos valioso y menos importante.

Se suele generar una personalidad dependiente. Algo muy negativo porque en la edad adulta se comportan como personas capaces de hacer lo que los demás quieran solo por sentirse válidos y útiles. Creen que no son merecedores de nada y se dedican a vivir su vida para cubrir las necesidades de los demás, para ganarse su cariño, aprobación y respeto.

Así se alimenta aun más su herida y no pueden lograr llegar a un autoconocimiento porque dependen en todo momento de la valoración del resto.

Traición o desconfianza 
Se genera cuando el pequeño siente que sus padres le han traicionado y mentido. No han cumplido alguna promesa. Cuando se da en más de una ocasión o se toma como rutina, hace que se generen sentimientos de desconfianza. 

Esta herida contribuye a qué se cree una personalidad en la edad adulta fuerte, controladora y desconfiada. Son tan posesivos que no respetan los limites que les marcan los demás, ni su libertad, ni su espacio. 

Injusticia
Se origina cuando en una casa se vive con unos progenitores fríos y rígidos que imponen una educación autoritaria y no respetan en absoluto las necesidades de los más pequeños. Aparecen sentimientos de inutilidad. 

En la edad adulta no son capaces de mantener o negociar diálogos con opiniones diferentes a la suya. Les cuesta aceptar puntos de vista diferentes. 

Tienen tan arraigadas sus creencias y valores que expresan sus opiniones y juicios como verdades absolutas. 

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