No es la comida. No es el café. No es el picante.
La gastritis no solo es comida pesada o estrés en el trabajo. Sino rabia contenida.
Mira lo que me escribió una chica con un caso de gastritis justo después de leer este artículo:
💡 CASO REAL:
«Ayer discutí con mi novio. Otra vez.
Habíamos quedado con mis amigos para cenar y, sin preguntarme, canceló todo porque le surgió otro plan.
Le dije que siempre hace lo que quiere. Nisiquiera me preguntó si le importaba.
Él ni me miró, siguió con el móvil y me soltó: «Ya estás con tus dramas. No es para tanto.»
Sentí un nudo en la garganta tan grande… Quería decirle que estaba harta, que no era la primera vez… pero me callé.
Hoy me he despertado con el estómago hecho una mierda. Me he tomado un antiácido pero nada, no ha hecho efecto. «
Llegó diciendo que su estómago la odiaba. Que todo le sentaba mal. Que ya ni sabía qué comer para no acabar retorciéndose del dolor cada vez que tenía algún altercado con alguien.
Trabajamos juntos y descubrió la verdad: su cuerpo no la odiaba, solo estaba harto de tragarse todo lo que ella no decía.
Soltó bien conmigo todo lo que tenía que soltar, liberó como hay que liberar… y la acidez que la tenía hipercondicionada se le fue (junto con todo lo que nunca se había permitido decir ni expresar).
Sigue buscando la pastilla mágica si quieres. O ponte a explorar la conexión entre gastritis y emociones que te traigo ahora.