Cuando se pasa por un proceso vírico caracterizado por la fiebre y otros síntomas, tu cuerpo comienza a debilitarse poco a poco.
Tu sistema inmunitario está en alerta, encendido. Hay un peligro a nivel interno y tu cuerpo debe de protegerte por todos los medios.
Una lucha interna que se manifiesta con subida de temperatura corporal, tensión y dolor muscular, irritabilidad…
Esta es una situación normal y característica cuando se tiene fiebre.
Pero te hago una pregunta. ¿Te suena alguna otra situación donde tengas un quemazón intenso, que suba y suba y que cause también dolor e irritabilidad entre otros?
Exacto. Las situaciones emocionales intensas que llegan como un jarrón de agua fría, que te queman y arden dentro de ti. Situaciones que activan un dolor que, al igual que la lava de un volcán, suben del corazón a tu cabeza, explotando en forma de fiebre.
La fiebre te avisa de algo que hay que revisar, que es de la gestión emocional que hay en tu interior, basada en la represión emocional, que más que hacerte bien, es contraproducente.
Pero vamos paso a paso, empezando por comprender el origen, y para después ver como se cuecen las emociones.
Cómo aliviar los síntomas sin complicaciones, riesgos y de forma efectiva y natural
Puedes engañar a todos. Puedes ponerte la máscara de «todo está bien». Pero tu cuerpo sabe que no es verdad.
Te lo demuestro con este caso de aquí:
💡 CASO REAL:
«Llevaba meses organizando un viaje con mis amigos. Reservé hoteles, compré vuelos, cuadré hasta el último detalle. Y una semana antes de irnos, uno de ellos cancela.
Sin avisar. Sin una disculpa. Los planes se van a la mierda. Le escribo: No pasa nada, lo entiendo. Mentira. Por dentro, estoy muy enfadado. Me siento traicionado. Me dan ganas de llamarlo y decirle cuatro cosas bien dichas. Pero me callo. Esa misma noche, me sube la fiebre».
El cuerpo no se anda con rodeos. Si no sacas la rabia, la saca él.
Con fiebre, con dolor, con problemas de salud que pueden no salir en una analítica.
Puedes seguir ignorándolo y esperar a que pase solo. O puedes dejar de creer que es causalidad y solucionarlo de raíz.
Para eso trabajo, para que más y más gente resuelva los conflictos y las emociones que se están escondiendo detrás de la fiebre.
💭 «La noticia me llegó como un jarrón de agua fría»
💭 «No me imaginaba que fuese a pasar esto. Mi corazón a quedado helado
💭 «Su trato fue frío y distante»
💭 «Es como un bloque de hielo»
💭 «Me sentí poco arropada en esa situación»
💭 «Como me hubiese gustado un abrazo suyo…»
💭 «Me hierve la sangre cuando me dice eso»
💭»Quise mantener la mente fría, pero me fue imposible»
💭»Con él tengo la mecha muy corta, y pierdo rápidamente la paciencia»
Una de las cosas que más clara va a quedar cuando leas el artículo es que la fiebre no es mala. Es simplemente una forma de restablecer el equilibrio dentro de tu cuerpo.
Este ha entrado en modo supervivencia, con un objetivo claro: compensar el calor perdido.
Pero aún hay más. La fiebre suele ir acompañada de síntomas donde se ve de forma sencilla el intento de tu organismo de reequilibrarse. Un intento desesperado que da problemas.
El método de 3 pasos para reducir tus síntomas sin cambios drásticos en tu rutina
Si te fijas en la secuencia de síntomas, verás que todo comienza por equilibrio, pero que, poco a poco, van surgiendo problemas.
Y eso es exactamente lo mismo que ocurre en los conflictos.
En algunos de ellos, se ve que hay un trato frío, con una distancia emocional palpable, actitudes indiferentes, inexpresivas… y tu cuerpo aumenta la temperatura para compensar el equilibrio.
En otras, la situación te duele y te quema. Y para equilibrarlo, porque sabes que no conviene, te callas.
Pero ¿qué sucede entonces? Que la situación ha tocado lo más profundo de tu ser, de tu corazón. Se ha encendido la chispa, y poco a poco, y sin decir nada, la ira aumenta.
Tanto, que acabas explotando.
Este es el sentido real de la fiebre en Biodescodificación: las emociones negativas que se encienden, queman y explotan dentro de ti.
El cuerpo está sometido a tal nivel de estrés que acaba resintiéndose ante ese ambiente tóxico que infecta.
Por todos los síntomas y molestias, la fiebre puede causar un malestar emocional. Y es algo normal. Indica que hay un peligro.
Es similar a una sirena de un cambio de bomberos que indica fuego. Hay algo que se incendia. Y los bomberos aparecen para proteger a las personas.
Dentro del cuerpo, la fiebre puede activar a tu sistema inmunitario, indicando que hay un peligro. Pero como sabe que hay un estrés, esto es lo que hace que suba.
El Instituto Americano del Estrés nos cuenta que el estrés agudo y crónico puede propiciar a la aparición de síntomas similares a la fiebre y otros síntomas (escalofríos, dolor corporal, fatiga o enrojecimiento de la piel)
Pero eso no es todo…
Existe un tipo de fiebre que se llama fiebre psicógena, condición en la que aparecen todos los síntomas de la fiebre, pero sin que haya infecciones o lesiones.
¿La Causa? Situaciones de estrés: cuidar a un ser querido que está enfermo, el fallecimiento de un allegado, una mala noticia…
En ellas puedes sentir desprotección, falta de escucha, poco arropada.. hasta el punto de que tú misma tienes que protegerte.
Pero como son situaciones de alto impacto emocional, lo haces desde la ira, porque hay una falta de regulación emocional.
Por lo tanto, no, no compensan estas situaciones. Pero la realidad es que es una conducta muy aprendida.
Te voy a mostrar a partir de otro ejemplo muy frecuente, donde la gestión emocional brilla por su ausencia y la fiebre está presente.
La infancia es una etapa donde pueden aparecer con frecuencia enfermedades infecciosas. Hay niños y niñas que son propensos a sufrir resfriados, virus, varicela… especialmente los que comienzan la etapa escolar.
Aquí se puede achacar a que la causa es el inmaduro sistema inmunológico, y que tiene que fortalecerse. Pero, ¿y si el sistema de defensas inmaduro es el emocional?
El colegio puede ser un ambiente tóxico porque es desconocido: un lugar nuevo con mucho ruido, sonidos, olores, con gente desconocida. Ello puede activar el miedo y los niños pueden sentirse desprotegidos sin la presencia de mamá.
Muchos muestran rechazo mediante pataletas, llantos y rabietas, en un intento desesperado de obtener su atención.
¿Respuesta? Un trato frío, distante. Separación. Recriminaciones. Acompañadas además por todo tipo de justificaciones.
«Tienes que ir porque te lo digo yo». «Porque es tu función. Mamá trabaja y tu vas al cole». «Porque toca». «Porque tienes que aprender».
Pero aprender, ¿qué?
A que no puede expresar nada, a que tiene que callar y quedarse con esa emoción, reprimida. Por mucho que duela.
¿La consecuencia de todo esto?
La autorregulación emocional que se forja en la infancia a partir de heridas emocionales, como el rechazo, separación o humillación.
Una lección que deja un registro y recuerdo en la memoria y el sistema de defensa emocional del niño, y que será el modus operandi del adulto.
Ya has podido comprobar que todo el origen radica en la infancia. Sí, aceptarlo es importante para cambiar, pero también para evolucionar.
Teniendo en cuenta todo esto, te pregunto. ¿De qué te sirve ir enfadada todo el día, rabiosa, con ira y cólera?
¿Obtener la atención de aquellos que quieres? ¿Mostrar tu malestar ante algo que te duele?
Está claro que sientes dolor, pero, ¿no es más fácil comunicar lo que te ocurre en lugar de aguantarlo?
Aunque duela aceptarlo, es preciso hacerlo. Pero no para mejorar la forma de relacionarte con los demás. No, el foco y punto caliente no está ahí.
Realmente es importante para ti porque no es saludable.
Como ocurre con el fuego, que cuando llega arrasa con todo, a cada emoción que reprimes, te vas desgastando poco a poco más y más. Y tu amor propio va empeorando.
Tal y como le digo a las personas que acuden a mi, no se puede cambiar aquello que es invisible para ti. Por lo tanto, no puede haber un manejo de la ira si no aceptas que esta forma parte de ti.
Acepta que en tu día a día, habrá momentos en los que te irrites, pongas nerviosa, enfurezcas y pierdas los papeles.
Porque si aceptas que otras personas se enfaden y chillen, ¿por qué tú vas a ser menos?
El nivel de gestión y reacciones emocionales son personales y parten de la experiencia de cada una.
Para poder gestionar la ira, tienes que descubrir qué es lo que la acciona.
¿Es una palabra? ¿Una persona concreta? ¿Una situación que no soportas?
Permítete sentir la ira para identificar los puntos calientes que te irritan y queman.
Lo sé. Un abrazo es una sensación placentera por todo lo que te envuelve en el acto: la cercanía de la persona, su tacto, su dulzura, delicadeza, la fuerza con la que te abraza…
Pero sentir todo ello va mucho más allá del contacto físico. Hay una infinidad de actos similares a un abrazo y que tocan lo más profundo de tu ser, como son las palabras.
Y hay una forma muy fácil de sentir el calor de las palabras: Escuchar lo que sientes, verbalizar y comunicarte. Pero primero contigo y después con el resto.
Comunica aquello que te molesta. Establece límites. Y después escucha a la otra parte.
A veces, el silencio se usa para expresar un malestar. Pero te pregunto. ¿acaso no es más fácil verbalizarlo?
Ocurre muchas veces que hacemos interpretaciones, y puede dar miedo la respuesta. Pero es todo una imaginación en la mayoría de ocasiones.
Así que prueba a hacer este cambio. De dentro hacia afuera. Comunica lo que sientes y lo que quieres. Incluso el cariño y el contacto físico.
Y verás como al final, lo complicado resulta más sencillo, y te sentirás más arropada, querida, escuchada y amada como nunca.
Abraza a tus emociones
El sentirte arropada por quien quieres es necesario en ciertos momentos. Y no es nada malo, ya que hablamos de amor.
El problema es cuando necesitas de forma constante ese amor de los demás, y no lo buscas en ti.
¿Acaso el amor que puedes darte a ti misma no es válido? ¿Por qué buscar en el exterior cuando puedes encontrar el más puro amor en tu interior?
Está muy bien tener a gente que nos quiera, que nos dé lo que necesitamos. Pero, ¿cómo van a saber la gente lo que necesita si tú misma no te aceptas y te quieres?
Para recibir amor, tienes que dar amor. Pero amor a ti misma. Y el amor es una emoción, como las otras que recorren tu interior.
Tus emociones son tus mayores guías de aquello que es bueno para tu vida.
La gestión de las emociones puede ser una tarea complicada, en especial cuando conecta con el dolor de la infancia.
Pero como suelen decir, cuando algo pica, es que está curando.
La manera de empezar es dar una oportunidad a las emociones. Y si estás aquí, es porque realmente quieres y estás comprometida contigo misma (que eso ya es el primer paso: querer escucharte para dar(te) lo mejor 🤗)
Mi recomendación para conocer y gestionar las emociones y mejorar en salud es reservar ahora una de mis sesiones de Biodescodificación.
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👍Conocer cada una de las emociones que habitan en tu interior.
👍Comprender la importante función que tienen en tu día a día.
👍Transformarlas para darte el impulso y fuerza pasional para seguir tu camino desde una relación sana y sincera contigo misma.
Existen soluciones más rápidas y efectivas de las que has probado. Es momento te empezar a sentirte mejor sin complicaciones